Lima: Un lugar para enamorarse

La capital peruana es tan cosmopolita que ofrece varias posibilidades de enamoramiento. Las hay para los románticos que disfrutan mirar excitados los colores del atardecer y, también, para quienes el amor les nace después de una buena bailada nocturna

06-08-2015

Son muchos quienes se equivocan al pensar que Perú es sólo Machu Picchu. Lima, su capital, guarda el enigma melancólico de ser una ciudad bordeada de mar, con una gastronomía exquisita, una economía sólida y la particularidad del limeño: educado, servicial, alegre y reservado. Al nombrar todas estas cualidades, el corazoncito se exalta y piensa ¿por qué no enamorarse? En Lima, el amor camina por las calles de ladrillitos de colores y su sonido se parece al de los pájaros de sus plazas; ornamentadas, humildes y con mucho verde.

Dos son los barrios en los que el sentimiento se cuela por las esquinas. Además de compartir la frescura del mar, el olor de las piedras húmedas, la brisa soleada y el aire bohemio, Barranco y Miraflores también son dos de las zonas más cosmopolitas y, paralelamente, nostálgicas del antiguo Imperio del Sol.

Es recurrente ver pasearse, tomados de la mano, a los enamorados de Lima por las largas avenidas de Miraflores. Esperan el sublime espectáculo del descenso del sol al mar, se maravillan con sus tonalidades de fuego y se besan cuando la luna parece un puntito de luz en el inmenso cielo.

El lugar perfecto es el Parque del Amor, ubicado en el Malecón Cisneros. Inaugurado un 14 de febrero, en su centro destaca una gran escultura llamada El beso, que representa a dos jóvenes unidos en un apasionado beso. El lugar es frecuentado por parejas de recién casados, quienes visitan el parque luego de su boda para consagrar simbólicamente la alianza.

Si usted decide hacer de Lima su próximo destino, hágalo acompañada, un 14 de febrero, y súmese al fogoso concurso del “beso más largo”, realizado en los alrededores del lugar, con el Océano Pacífico como fondo fotográfico.

Pero Lima no es sólo para enamorados. Si usted está solo (a), una opción es visitar el Puente de los suspiros, en el distrito de Barranco, a pocos minutos de Miraflores. Cuentan los limeños que las personas que piensen en un deseo y crucen el puente, aguantando la respiración, manteniéndolo en mente, se les cumplirá en un corto plazo. Diariamente, centenares de turistas y limeños se congregan en esta estructura rodeada de faroles, paredes rosa y madera añejada para cumplir con el ritual y para guardar el momento en sus cámaras.

En las extremidades del puente se encuentra la Bajada de los baños. Una pendiente empedrada, antiguo camino de los pescadores, por la que se accede al circuito de playas de Barranco. El agua es fría casi todo el año, la orilla está vestida de piedras tibias y gastadas por las pisadas de sus transeúntes, pero el ruido de los pajaritos complementados con el atardecer hace de éstas un lugar imperdible e idílico para quienes visiten la ciudad.

En Miraflores, la franja litoral abarca 5 Km. de largo, con un total de 8 playas con una temperatura anual de 17 ºC. Las más visitadas son playa Redondo y Waikiki por sus aguas reposadas y limpias. El circuito playero está adornado por varios acantilados, a los cuales se puede acercar a través de muelles, recientemente, reverdecidos que sirven de guaridas para las parejas de enamorados o amigos que deseen charlar contemplando la inmensidad del Pacífico.

Noche de pisco, fiesta y mar

Para quienes un atardecer no es suficiente, la noche limeña ofrece variedad de centros nocturnos en los que se puede bailar acaloradamente hasta el amanecer o extenderse en una charla a medida que el jazz deleita los sentidos. Con música y un buen pisco sour el amor también nace en Lima.

En Barranco, el ambiente de fiesta comienza pasada la medianoche en el Bulevar Sánchez Carrión en donde abundan los pubs, discotecas, peñas, centros de jazz y restaurantes que ofrecen opciones para todos los bolsillos y gustos. La mayoría tiene promociones con tragos nacionales y para los amantes de la salsa hay maratones y concursos hasta el día siguiente.

Para quienes la noche es sinónimo de arte, la avenida Larco de Miraflores ofrece alternativas que van desde teatro y cine a precios solidarios hasta galerías con la mejor oferta de arte indígena y contemporáneo de Suramérica. Además, los alrededores del Óvalo de Miraflores desprenden un olor exótico de carnes, vinos, pizzas y pisco que complementados con la brisa marina son un buen aperitivo para una hermosa estadía.

Otra opción para la noche es un paseo por Larcomar. Un novedoso centro de compras, construido sobre un acantilado y rodeado por el océano. Se ubica al finalizar la avenida Larco y en éste encontrará detalles ideales para su lista de souvenirs.

Así; bañada de mar, con los más lindos atardeceres del Sur, con su refrescante pisco y su emotividad de otrora, la capital limeña avanza hasta convertirse en un destino mágico y obligatorio de Latinoamérica. 

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