En el aire que se respira en Jamaica hay esencias africanas. No en vano, cerca del noventa por ciento de su población desciende de los antiguos esclavos negros que trabajaron en las plantaciones coloniales de cacao, azúcar, café o banano. Después de casi tres siglos, las cosas han cambiado mucho en esta isla, ahora paraíso particular de los miles de turistas que se dejan caer por allí.
Además de reggae o rastafari, la “isla de las sonrisas” cuenta con exuberantes junglas, imponentes cascadas y hasta un río navegable. Sus cuatro bahías de aguas coralinas son un verdadero paraíso para los aficionados a los deportes náuticos. En el interior hay espacios maravillosos que pueden ser descubiertos a caballo o en bici de montaña. Un sobresaliente en paisajes pero algunos puntos menos en gastronomía, con poca variedad de platos tradicionales. El arroz con frijoles se encuentra por todas partes, igual que el pescado a la brasa y los estofados con carne de cerdo, a menudo acompañados de “patties”, unos deliciosos panecillos rellenos de carne picada.
Negril
Poco queda ya de aquel pequeño pueblo de pescadores por el que se dejaron caer algunos hippies hace años. Hoy Negril es un gigante turístico donde se asientan los grandes complejos hoteleros. Aquí no hay monumentos ni lugares considerados de interés artístico, por lo que los turistas se relajan y se dedican a disfrutar de su estancia en el paraíso sin mayores complicaciones.
El momento más esperado del día es el atardecer, cuando el cielo se viste de rosas y naranjas y el sol juega a reflejarse en el azul caribeño. Como si de un auténtico espectáculo se tratase, mucha gente va al Rick’s Café a diario a esperar la puesta de sol cerveza en mano. En el precio de la consumición va incluido un show extra, el de los jóvenes jamaicanos saltando desde un acantilado de unos 20 m de altura.
Para cenar fuera de los grandes hoteles las opciones no son demasiado variadas pero aún así merece la pena. La zona de la playa de Bloody Bay está repleta de establecimientos pequeños con una relación calidad-precio excelente. Las pequeñas langostas locales y los pescados recién salidos del mar se sirven recién pasados por la brasa y aliñados con la consabida pimienta o la popular salsa picante Jerck.
Ocho Ríos y Montego Bay
En el norte de Jamaica se encuentra Ocho Ríos, una zona famosa por sus plantaciones junto al mar. Este lugar es conocido por su enorme belleza, la misma que en su día cautivó a personajes famosos del cine y la literatura como Errol Flynn y Marylin Monroe. Las impresionantes cascadas de Dunn’s River atraen a cientos de visitantes. Los más aventureros pueden subirlas con relativa facilidad acompañados de guías especializados.
Cerca de allí, Montego Bay es también otro enclave turístico de gran importancia, con sus encantadoras casitas de madera pintadas en tonos pastel dispuestas alrededor de sus fabulosas playas. Aquí vienen los jamaicanos de todos los puntos de la isla para comprar en los mercados y en las tiendas libres de impuestos, pero lo cierto es que aún así los precios resultan un poco caros para los bolsillos europeos.
Port Antonio
Desde Ocho Ríos mucha gente sigue la ruta hacia el este en dirección a Port Antonio. Se trata de una carretera complicada, con muchas curvas, que discurre bordeando la costa. Durante el trayecto, los paisajes que se suceden son memorables y por eso uno se alegra de tener que conducir tan despacio, pues así se pueden apreciar mucho mejor. Todo el camino está salpicado de villas y mansiones espectaculares.
Una vez en Port Antonio todavía queda gente que recuerda la época dorada de esta acogedora localidad pesquera, cuando en el famoso hotel de Tichfield se hospedaban intelectuales, literatos y magnates. Para más emoción, en esta zona está la laguna donde se rodó “El lago azul”: Blue Hole. En un escenario de película como este no podía faltar un oportuno restaurante en el que se exponen cientos de fotos de los personajes famosos que han pasado por allí.
Kingston
La capital de Jamaica está al sur de la isla. Se trata de una ciudad bulliciosa y con un carácter muy particular. Es la ciudad de habla inglesa más grande del Caribe, el corazón de la cultural jamaicana y, como no podía ser de otro modo, donde se encuentra el museo de Bob Marley.
A diferencia de los lugares de los que ya hemos hablado, en Kingston no resulta fácil disfrutar de unas vacaciones relajadas. Desde el Puerto hasta los límites de Spanish Town es casi imposible disfrutar de un rato de calma, pero tanto bullicio es parte del encanto de esta ciudad, imprescindible en cualquier viaje a Jamaica.
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