Los trenes turísticos que recorren el país

Recorrer los destinos a bordo de un tren tiene una magia particular. Conocé las maravillosas propuestas que hay a lo largo del país.

07-08-2015

Dentro de estas atracciones turísticas se destaca el Tren a las Nubes, en Salta, que está entre los más altos del mundo e invita a llegar a la puna en un viaje por paisajes increíbles, aún a los que padecen vértigo o se apunan con la altura, para quienes cuenta con un servicio médico a bordo.

Esta formación sale los sábados desde la ciudad de Salta, atraviesa el valle de Lerma y la Quebrada del Toro, y tras unas siete horas llega a San Antonio de los Cobres y el viaducto Polvorillas, a unos 4.200 metros de altitud, tras haber pasado por 29 puentes, 21 túneles, 13 viaductos, dos rulos y dos zigzags.

 Luego de un cambio de concesión dispuesto por el gobierno de Salta, el Tren a las Nubes está inactivo desde mediados de julio pasado y, según se anunció, comenzará a operar en poco más de un mes y medio.

 En la otra punta del paí­s, el Tren del Fin del Mundo o Austral Fueguino, parte de la Estación del Fin del Mundo, a 8 kilómetros de Ushuaia, y se interna en el Parque Nacional Tierra del Fuego.

 Con coches calefaccionados y todo el confort, recorre 14 kilómetros entre ida y vuelta, por bosques, rí­os, montañas y valles donde se pueden apreciar follajes verdes en verano; amarillos, ocres y rojos de lengas y ñires en otoño; y blancos de nieve en el invierno.

 El pasajero puede optar por la clase turista o primera, donde además de viajar en coches con asientos y mesitas individuales, recibe un servicio de confiterí­a con exquisitas tortas y tazas de chocolate o café, entre otras opciones.

 El Tren Ecológico de la Selva es una formación propulsada a gas, de bajo impacto ambiental y con capacidad para 150 personas, que recorre el área Cataratas del Parque Nacional Iguazú, en Misiones.

 Los turistas se trasladan en él a no más de 20 kilómetros por hora, hasta los principales puntos de ese paseo, como las estaciones Cataratas y Garganta, desde donde se accede a los circuitos Inferior y Superior y a la Garganta del Diablo.

 Para quien visita Buenos Aires y quiere conocer Tigre y su delta, el Tren de la Costa lo lleva todos los dí­as desde Olivos, con un boleto que le permite bajar en estaciones intermedias y disfrutar de sus atractivos, para continuar el viaje en otra formación.

 Es el más moderno de estos trenes y en sus estaciones, muchas de ellas de estilo inglés, ofrece acceder a pintorescos cafés, variada gastronomí­a, shoppings y paseos, en un recorrido que culmina junto al río y el Parque de la Costa, en Tigre.

 El Tren de las Sierras recorre, entre curvas, túneles y puentes, las pintorescas villas del Valle de Punilla, en Córdoba, con salidas todos los sábados del barrio Alto verde, a 12 kilómetros de la capital provincial, con la primera parada en el dique San Roque, donde los pasajeros pueden bajar y comprar dulces regionales.

 Tras atravesar el arroyo Cosquí­n, trepa en La Cumbre a más de 1.100 metros, llega a las localidades de Cruz Grande y Los Cocos, con sus hermosas residencias, y finaliza en Capilla del Monte, donde se disfruta de un almuerzo y una recorrida por los alrededores.

 El Tren Histórico, que recorría 36 kilómetros por la campiña entrerriana desde Villa Elisa al Palacio San José, redujo hasta 2015 su servicio a tres excursiones cortas, los fines de semana largos.

 Una llega hasta la localidad de 1° de Mayo, a 12 kilómetros de Villa Elisa; otra, hasta la estancia museo El Porvenir, donde los pasajeros son recibidos por una caravana de autos antiguos que los pasea por el lugar.

 La tercera lleva a un campo donde se hace una representación histórica del ferrocarril para los turistas, que además aprecian los encantos de las lomadas y los sembradí­os al paso del trencito.

 También existe un pequeño móvil ferroviario montado sobre zorras, con capacidad para 14 pasajeros, que a diario recorre 4 kilómetros por ví­as en torno de la ciudad, cuya duración es de 20 minutos.

 El Viejo Expreso Patagónico o La Trochita, impulsado por una máquina a vapor y cuyos vagones de madera cuentan con una salamandra a leña, cumple un sinuoso paseo entre valles y mesetas de Chubut.

 Sale todos los sábados desde Esquel, hace una parada en Nahuel Pan, y a las seis horas arriba a la estación El Maitén, tras correr por valles y estepas, donde gran cantidad de ovejas matiza el paisaje y, entre Leleque y Nahuel Pan, es observado de cerca por manadas de guanacos y ñandúes.

 El trayecto final se realiza a más de 700 metros de altura, por las laderas rocosas del valle del arroyo Esquel, y conforma una postal imperdible durante los días de nieve.